Obligaciones fiscales de una empresa
Una de las preocupaciones más comunes entre las empresas es la vinculada al pago de tributos e impuestos.
Los impuestos no solo suponen un coste más, también son una fuente de obligaciones formales y administratorias, lo que aumenta la carga de trabajo en labores burocráticas.
Además, el no cumplimiento de la legislación en materia de impuestos lleva consigo sanciones que pueden ir desde una simple multa a una inhabilitación para adquirir contratos públicos. Por tanto, cualquier empresa que quiera ser competente en el mercado debe tener en cuenta sus obligaciones con Hacienda y asegurarse de no cometer infracciones o lo referente a las mismas.
A continuación, veremos las principales obligaciones derivadas del pago de tributos que han de pagar las sociedades mercantiles en nuestro país.
¿Qué es el Impuesto de Sociedades?
Sin duda, la obligación fiscal más importante que han de hacer frente las empresas en España es el Impuesto de Sociedades.
Este impuesto grava la obtención de rentas por parte de sociedades mercantiles y otros sujetos pasivos que sean residentes en territorio nacional.
La normativa al respecto la encontramos en la Ley 27/2014, de 27 de noviembre, del Impuesto sobre Sociedades, y en su reglamento correspondiente al Real Decreto 634/2015, de 10 de julio, por el que se aprueba el Reglamento del Impuesto sobre Sociedades.
Es un impuesto directo y personal o subjetivo, pues a la hora de establecer la cuantía a pagar como resultado de la obligación fiscal se tiene en cuenta las características del sujeto pasivo.
Son sujetos pasivos de este impuesto: las sociedades mercantiles, sociedades agrarias, fondos de inversión, fondos de capital riesgo, uniones temporales de compañías mercantiles, comunidades sobre montes vecinales,…
El periodo impositivo es el ejercicio económico de la empresa, normalmente el año natural, y este no puede ser superior a los 12 meses. El devengo coincide con el último día del periodo impositivo.
Pagos fraccionados del Impuesto de Sociedades
Una de las particularidades del Impuesto de Sociedades es que conlleva la realización de pagos fraccionados.
Los pagos fraccionados son una serie de pagos que se realizan a lo largo del periodo impositivo, de forma periódica, y que suponen un adelanto del impuesto que se tendrá que pagar una vez finalice el periodo impositivo. Es una forma de repartir el impuesto durante todo el periodo impositivo.
Impuesto sobre Actividades Económicas
Como su propio nombre indica el impuesto sobre Actividades Económicas grava las actividades empresariales, profesionales y artísticas que generen riqueza.
La propia Ley considera que se cumple el requisito anterior cuando una persona, ya sea física o jurídica, organiza recursos, capital humano y factores de producción, para la consecución de bienes o servicios destinados a la venta.
Este impuesto cuenta con notables exenciones que lo convierten en un tributo casi exclusivo de empresas con cierta envergadura.
Exenciones:
- Personas físicas.
- Personas jurídicas que tengan una cifra de volumen de negocios inferior a 1.000.000.
- Las personas jurídicas recién constituidas y durante el año siguiente a la constitución están exentas.
Independientemente de si una persona está obligada al pago del impuesto o no, todos los sujetos pasivos deben rellenar el modelo 036 o el 037 para presentar la declaración censal, es decir, donde se especifica el tipo de actividad que se realiza, así como otros detalles acerca del negocio.
El cálculo de este impuesto se realiza mediante módulos. Es decir, la legislación valora una serie de elementos objetivos, llamados elementos tributarios, y según estos se determina la cuantía a pagar.
Hay 3 tipos de cuotas para este impuesto:
- Local.
- Provincial.
- Nacional.
Cada una de ellas da derecho a ejercer la actividad económica con el alcance territorial correspondiente.
Impuesto Sobre el Valor Añadido
El otro gran impuesto que afecta a las empresas españolas, además del Impuesto de Sociedades, es el IVA.
El IVA es un impuesto indirecto que grava el consumo de bienes y de servicios. Por lo tanto las empresas no son sujetos pasivos del impuesto, lo es el consumidor (salvo que la empresa actúe como consumidor), pero esto no quiere decir que no existan obligaciones para las sociedades mercantiles a raíz de este impuesto.
Las empresas están obligadas a devengar y repercutir el IVA así como a hacer la liquidación del impuesto.
Para el cálculo del impuesto lo que se hace es aplicar un tipo de gravamen al precio bruto del bien o servicio, lo que da lugar al precio de venta al público. En función del tipo de producto hay 3 tipos de gravamen.
- General: 21%.
- Reducido: 11%.
- Superreducido: 4%.
Para el cálculo y funcionamiento del IVA hay que tener en cuenta los distintos regímenes aplicables al impuesto:
- Régimen general.
- Régimen simplificado.
- Régimen especial criterio de caja.
- Régimen especial para las actividades agrícolas ganaderas y pesqueras.
- Régimen especial de recargo de equivalencia.
Retenciones del IRPF
Ya hemos visto los principales impuestos que afectan a las empresas en España, pero el apartado de obligaciones fiscales no acaba aquí.
También se han de satisfacer una serie de exigencias relacionadas con impuestos que no afectan directamente a la empresa.
Las retenciones del IRPF son similares a los pagos fraccionados, consisten en retenciones de dinero que se realiza sobre el sueldo de los trabajadores de la empresa y sirven como adelanto del futuro pago del IRPF.
Las empresas deben retener y entregar a Hacienda las retenciones practicadas. Además de esto deben expedir un certificado en el que se informe al trabajador de los datos correspondientes a las retenciones practicadas.
Las retenciones del IRPF es la principal retención que han de hacer las empresas, pero además de esto también están obligadas a practicar retención en otros muchos casos; rendimientos del capital mobiliario, rendimientos de actividades profesionales, rendimientos de arriendos y subarriendos de inmuebles.
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